martes, 25 de octubre de 2011

La ventana, esa fiel testigo de la realidad



Otra vez relegada en el mismo lugar. Y aquí no existe más que una perspectiva desde la cual mirar. Es tan solo una ventana. La misma que de día me muestra a la ciudad de pie y que de noche encierra todo entre rejas.
                                 Es esta ventana partida en dos justamente la que en los días de calor abre sus vidrios por necesidad y que en el invierno queda atascada cruelmente por varios meses. La ventana que anima al vecino al mirar y que mi padre insiste con cubrir con la persiana de madera.
                                 Aquella misma ventana que en algunas miserables madrugadas estuvo abierta al rumor de un amor pero que esta noche se cerró sin mosquear. Es esta ventana la que delimita el afuera  del adentro,  aquella que separa a la muchedumbre de la singularidad que hoy por hoy no cuenta más que con mi persona y su personalidad.