viernes, 20 de mayo de 2011

"BARCELONA ES ARTE"

Entrevista a Silvana Montero, 45, abogada.

“Barcelona es arte, es una ciudad súper pujante y muy progresista, y eso no sólo se nota en la mentalidad independentista que tienen los catalanes sino también en el movimiento y el desarrollo de la metrópoli.
            El primer día que llegamos a Barcelona, en la ansiedad de recorrer, empezamos a caminar. Sin darnos cuenta y debido a que las calles se entrecortan y van en sentido diagonal, nos metimos en el barrio El Raval, donde nació el famoso cantautor Joan Manuel Serrat. Esa primera imagen manifestada por construcciones bajas, ropa colgada en las ventanas y musulmanes barajados con gitanos, envuelta en una mezcla de olores fuertes, prácticamente nauseabundos, me desesperó y quise volver con urgencia al hotel ubicado en el Paseo de Gracia, una avenida llena de locales de moda de primer nivel, en diagonal a La Pedrera, el edificio donde vivía el renombrado arquitecto Antoni Gaudí.
            La ciudad, aunque conjuga interesantemente diversos estilos arquitectónicos -estás en el subsuelo de un castillo romano observando tres columnas y desde el mismo lugar ves un edificio del siglo XX-, tiene una clara división: Mientras que en el oeste se emplazan los edificios más tradicionales y antiguos, el este, que no deja de expandirse, alberga las construcciones más modernas como el Camp Nou, el estadio del Fútbol Club Barcelona, todo vidriado y equipado con la última tecnología.
            En el centro de la metrópoli, está la basílica de la Sagrada Familia, una construcción tan increíble que resulta imposible entender como alguien concibió la pasión de Cristo, proyectó ese diseño, lo transfirió a una pared y transmitió así todo lo que difunde el Nuevo Testamento. La energía y las sensaciones que se captan allí son incomunicables.
            En el paseo al barrio del Montjüic uno se encuentra con el Pueblo Español, una muestra con las edificaciones características de cada uno de los poblados de España, donde se busca representar la diversidad arquitectónica del país basándose en la historia del mismo.
            Por su parte, La Barceloneta, una de las ínfimas playas, con el mar azul y la arena oscura, es el punto de encuentro de los jóvenes catalanes. La mayoría de ellos tiene un look muy adolescente, y si bien no gritan, tienen un mal genio que denota la superioridad que creen poseer frente al turista.
             Prácticamente pegado está el Port Bel, el puerto de la gran ciudad, con un amarradero y un centro de ferias y exposiciones ultra moderno, rodeado de artistas ambulantes como guitarristas, cantantes, malabaristas.
            Si bien el tráfico es absolutamente alocado;  hay motos con dos y tres ruedas, autos de última generación y muchísima gente en bicicletas, un medio absolutamente vigente debido a los colapsos en las grandes avenidas, el respeto al peatón es tal que aunque vengan a cien kilómetros por hora si uno pone un pie en la calle, todos frenan. Además las esquinas, el dato colorido y sin duda característico de la ciudad, no son en forma de U sino que octagonales, de modo que uno logra ver los autos que llegan de todos lados.
            Barcelona está tan invadida de turistas que la existencia de los ciudadanos  parece entorpecida. Debo admitir, sin vacilar, que me gustaría  que mi vida fuera así.”

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