jueves, 19 de mayo de 2011

FLORIDA Y SU ALTEREGO.

Compradores compulsivos, turistas descontracturados, oficinistas en descanso. Florida no está quieta un sólo instante; baila al ritmo de un tanguito mientras vende un sinfín de distracciones. Habla mil idiomas pero le cuesta reconocer el de las señales de tránsito. Come, compra, juega, corre, ríe, muestra, ofrece, inspira, sueña; late.
Florida vive en medio de un caos de ilegalidad, entre una multitud incontable de desconocidos, con un sinnúmero de vendedores ambulantes que la colorean y la definen. A una velocidad de vértigo y con una dinámica de alto impacto, la peatonal más reconocida del país no descansa.
En un intento por resaltar, los locales dejan sordo a cuanto peatón recorre la acera y, desesperados, los turistas se refugian en las Galerías Pacífico, el plato fuerte de la histórica calle.
Abrigo de niños desamparados, cuna de frustrados artistas. Cuando tocan las doce, Florida se transforma en calabaza y la alta burguesía queda convertida en plebe. Las persianas bajas y la luz tenue la hacen irreconocible; otra vez se vuelve albergue de pobres y desvalidos.

2 comentarios:

  1. Excelente, me encanta la forma en que escribis y también como trasmitis los vívidas y variadas experiencias, en este caso de la peatonal más famosa del país, según tus propias palabras, besos

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